Vistas de página en total

martes, 7 de junio de 2011

HISTORIA DE UNAS VACACIONES DE 8 MESES PAGADAS. CAP1. EL GOLPE

El 13 de Agosto de 2010 resultó ser una fecha memorable en mi vida.
 Ese día se me antojó un apocalipsis de andar por casa, una moderna reaparición del anticristo...
 Sin advertencias, sin pistas, sin indicios de ninguna clase y a sólo 5 minutos de empezar a realizar mi informativo, se me requiere en el despacho del a la postre "director económico" de la empresa.

  Lo anacrónico del reclamo me olió a cuerno quemado. Después de dos años de que videoreport se convirtiera en adjudicataria de los servicios informativos, jamás ningún "jefe" me había llamado a su despacho. Ni siquiera mi propio jefe de departamento, quien cuando necesitaba comunicarme algo lo hacía por teléfono, por mail, o de forma casual por los pasillos....y siempre de forma muy cordial, porque no podemos olvidar que empezamos juntos en esto con la misma graduación hace ya 12 años ¿a que venía ahora esa premura?...¿y porqué dejar el informativo que había preparado colgado?. No hay que ser muy sagaz para darse cuenta de que era el principio de nada bueno, así que mientras subía las escaleras yo ya tenía muy clara mi cábala, pero muy espeso el sentimiento que me producía.

 Cuando entré en el despacho, la imágen era dantesca. Tres personas del comité de empresa con las caras desencajadas y el mensajero de los dioses, bien anudada su corbata, el gesto altivo y la pose desafiante, esperando para darse el gustazo.

  "La empresa ha decidido prescindir de ti. Aqui tienes la carta de despido"

  Mi cábala era acertada. Y como tuve 58 escalones para hacerme a la idea, pude controlar el sudor gélido que me recorrió el espinazo ante el primer golpe.

  En momentos como ese, las percepciones se abotargan. Parece como si el cerebro decidiera prescindir de los matices y el estado de alerta selecciona de manera inconsciente las cosas verdaderamente importantes del momento. Y yo de aquel momento ahora sólo puedo recordar una cosa: el gesto altanero, la actitud chulesca y la absoluta falta de empatía de aquel mensajero. Normalmente los mensajeros no suelen implicarse emocionalmente en aquello que transmiten. Se limitan a largar lo que les toca y no sentirse afectados. Pero en aquella ocasión me pareció percibir que el mensajero disfrutaba como un enano. No se si el hecho de mandar a alguien al paro le hacía sentirse más allá del bien y del mal...poderoso, omnipotente...temible. El caso es que temo no equivocarme al pensar que aquel gallito de corral estaba disfrutando del momento.

  Siempre he pensado que a la hora de despedir a una persona, es necesario cierto grado de empatía. Un trance como ese en estos tiempos modernos requiere incluso de empresas especializadas que se dedican a estos desagradables menesteres y que, puestos a infringir el daño, al menos te pasan la manita por el lomo para que lo asumas con el menor dolor posible.

  Frases simples como "mira, lo siento, me ha tocado a  mi comunicártelo...no es nada personal....las cosas son así...ya verás como pronto encuentras algo.." no es que consuelen, pero al menos te alejan un poco de querer cargar tu frustración contra el mensajero. Sin embargo en este caso, el jeto del mensajero delataba que estaba encantado de conocerse, y de haber sido el elegido para darme la noticia. Era su momento. Su hora del patio particular.

   Cogí la carta y empecé a leer la sarta de estupideces que contenía. Todavía hoy me pregunto quien sería el inútil que redactó aquel despropósito lleno de erratas, incongruencias, inexactitudes y disparates. Alguien que no conoce el medio televisivo ni las herramientas de mi trabajo, sin duda. Porque hay que ser cenutrio e ignorante para basar un despido en aquella apología de la estupidez. Si hubiera escrito "no me gusta tu cara" , hubiera quedado infinitamente mucho más elegante y veraz.

  Visto lo visto estaba claro que aquello sólo era una formalidad necesaria y que cualquier intento por mi parte de sacar en claro alguna verdad, por nimia que fuera, iba a ser sólo una pérdida de tiempo. No obstante, y a pesar de que mi interlocutor se moría de ganas de ejercer de Torquemada, decidí dejar que largara por esa boquita alguna estupidez más, sólo por refrendar que me hallaba ante un despropósito tan torpemente planeado que lo único que admitía era un enroque en el absurdo. Así que le espeté:
  "bueno, cualquiera que conozca un poco los sistemas de trabajo que tenemos, sabe que esto no es más que una sarta de tonterías, así que...¿Puedes decirme porqué me despiden?

  Y tardó "cero coma" en hacer alarde de su inexperiencia en eso de despedir a alguien en un mundo civilizado: - " es una decisión de la dirección porque consideramos que no tienes la actitud ni la aptitud para trabajar aquí"-. Pinchó en hueso el mozalbete. Me dejó claro con su torpeza que todo lo que decía la carta no eran más que excusas baratas, y que lo que había era una mar de fondo que no creo que ni él entendiera ni fuera capaz de definir. Así que se parapetó en tremenda astracanada y recuperó el gesto altivo y pendenciero de las películas de bandas de matones neoyorkinos. Pero con corbata, eso sí.

  En casos así, y dada mi formación y experiencia como realizador, la querencia profesional hace que el cerebro me compute a mil por hora para analizar y resolver una situación. Identificar un problema y resolverlo con el crono presionando es inherente a mi trabajo, así que entrenamiento tengo de sobras para hacer un análisis récord:
  veamos:

  ¿Falta de actitud?

  - En 12 años de trabajo para RTVC a traves de dos adjudicatarias no tengo un sólo parte de baja. Tengo no sólo una salud de hierro (gracias a Dios), y un sentido de la responsabilidad (gracias a mis padres) que me incapacitan seriamente para dejar un trabajo colgado ya me esté muriendo con 40 de fiebre y convulsiones. Absentismo laboral equivalente a CERO. Las dos únicas ocasiones en que me he ausentado del trabajo, salí en ambulancia por la sobrecarga de estres que me llevó a sendas crisis de ansiedad que se disolvieron con un diazepan bajo la lengua en el centro de salud, unas cuantas horas de sueño y al día siguiente vuelta al trabajo contra la recomendación del médico.

 - En 12 años, ninguna sanción disciplinaria, ninguna amonestación, ninguna llamada a capítulo. Por el contrario, atesoro emails de todos mis jefes felicitándome por la realización de tal o cual evento.

 - Soy el único idiota de esta tele que en los famosos incendios de gran canaria, mientras libraba un domingo, acudió a la llamada de Andrés cano dejando un hotel del sur pagado para acudir a hacer especiales. Y el subnormal que en el accidente de spanair no se levantó del sillón de realización en 9 horas consecutivas de directo ni para ir al baño. Horas que además no exigí que me pagaran. Y como estos, miles de ejemplos acumulados que ahora soy incapaz de recordar al detalle

 - Siempre he sido un trabajador disciplinado que nunca ha desatendido un reclamo. He protestado muchos y soy muy crítico con algunas decisiones, pero JAMAS he sido insubordinado. Pero considero que manifestar una crítica demuestra un interes por mejorar las cosas. La crítica es sana si lo que se pretende es que todo salga mejor. O al menos así me lo enseñaron y así lo creo. Pero algunas personas ven en la crítica algo que les hace temer por su credibilidad. Así de débiles son.

  Falta de APtitud???????

 Bueno, ver cuestionada mi aptitud y por ende mi profesionalidad por parte de un advenedizo que no sabe de lo que habla sí que me hizo pasar de la perplejidad al cabreo. En esos 12 años demostré de sobras de lo que soy capaz en televisión. Hice el primer informativo de esta cadena en el 99 y desde entonces he realizado miles, además de programas especiales, galas, eventos de la mayor trascendencia televisiva, y para mayor inri, esta empresa que ahora me despedía, antes de la huelga me encargó los eventos de mayor importancia a los que se enfrentó desde que aterrizó en canarias, tales como una gala de reina de carnaval de Tenerife, la inauguración de grantecan dando señal pool internacional y presencia de la casa real ( y posteriores felicitaciones de los compañeros de RTVE que por primera vez se veian relegados a recibir la señal pool sin producirla), o la entrega de premios de la cadena Dial, con su alfombra verde y pases de redifusión en canal+
  Y ahora, este de la corbata cuestionaba mi aptitud.

  Fue la materialización del gran cáncer que siempre ha tenido esta tele: la falta de capacitación de quienes la dirigen. La gente que trabaja aquí dentro haciendo los programas cada día, lleva demostrando tener no sólo la formación, sino también la experiencia necesaria para hacer su trabajo. Y hacerlo muy bien además. Sin embargo, los que adolecen de falta de conocimientos, preparación academica y experiencia para ejercer sus cargos de gestión, siempre son los mismos. Nadie les ha enseñado a dirigir una empresa. Aprenden a trompicones, dándose hostias y haciendo que los demás se las den también cuando sus erráticas decisiones acaban por desfondar el empeño y el trabajo de todo el resto.
 Y para muestra un botón. Ante mis sorprendidas narices, un jefe de recursos humanos sin el talante, la mano izquierda y la experiencia necesaria para despedir a un trabajador se permite cuestionar mi contrastada e intachable aptitud profesional.
 Bravo chaval. Me diste justo lo que necesitaba. Me diste un motivo, con tu soberbia, para ponerme a luchar.
 Y me diste argumentos para entender que me estaban echando por razones que no tenían nada que ver con lo que me estaban exponiendo.

   Puestas así las cosas, entendí que ya lo mejor era salir de ese despacho, porque este no era  mi interlocutor, ni alguien a quien prestarle atención. Sólo era un mandado obediente que ejecutaba las decisiones de otros, de modo que ya estaba bien de darle el gusto y pasarlo al tercer o cuarto plano que tiene en toda esta historia y dedicarme a dilucidar con calma y detenimiento a que venía todo aquello. Y planear el contraataque.

 Próxima entrega:

 Historia de unas vacaciones de 8 meses pagadas. cap.2.  La amenaza de los fantasmas

1 comentario:

  1. Cuanto me suena tu historia, a la mía y a la de muchos, pero de jefes mediocres y mezquinos estamos realmente servidos, por lo visto!

    ResponderEliminar